domingo, 18 de enero de 2009

¿Les suena conocido? Adivinen

(suena teléfono)
(Sergio sentado, leyendo el diario al lado del teléfono): Matilde, teléfono.
Elvira: ¿No sabés que duerme? Atendé vos.
Sergio: Es el único día de descanso que tengo.
Elvira: Me gustaría saber cuál es el mío.
(atiende el teléfono) Hola. Sí. No. Aquí no hay ninguna Pirula.
Y hacé el favor de atender cuando suene.
Sergio: No pienso moverme de este sillón.
Elvira: Che, che, che, che. Que yo no descanso nunca y no hago tanto escombro, eh. A mí también me hubiera gustado quedarme en la cama hasta las once. Pero vos tuviste la prodigiosa idea de invitar a almorzar a tu hermano Antonio y a Nora.
Sergio: Les hubieras dicho que no vinieran y basta.
Elvira: ahhh, y privarte de los mimos que te hace Nora.
Sergio: Qué mimos.

Matilde: ¡Mamá! ¡Cerrá la canilla que me estoy bañando!
Elvira: La canilla está cerrada.
Matilde: ¿Y ahora qué hago? Estoy toda enjabonada. ¡mamà!
Elvira: Otra vez cortaron el agua.
Sergio: Después querés que me bañe.
Matilde: Mamá, qué hago.
Elvira: Por empezar, dejá de hinchar.
Matilde: (en el teléfono): Ay, no doña Elisa, no era por usted. Oigame, soy Elvira, ¿qué pasa con el agua? Hice ravioles, ¡quiere tragedia mayor! Ah, usted también, qué casualidad. Bueno, mire, ¿me hace un favor?, no la tire, quiero decir, usted hierve sus ravioles, y cuando estén listos me llama por teléfono y yo le mando a buscar el agua. Ay gracias. Es usted un amor. Yo hago puchero, ella hace puchero; yo hago ravioles, ella hace ravioles. ¡Qué país!

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