miércoles, 22 de abril de 2009

Ana Belén viaja rumbo al sur

Norte. Sur. Este. Oeste. Sur. Norte. Oeste. Este. Oeste. Norte. Este. Sur. De nuevo. Ya se perdió. Cómo no perderse con esta mañana dorada de abril. Para no perdérsela agrega luego de mirar de cara al sol. Con anteojos oscuros puestos sobre sus dos ojos y apoyados sobre su fino tabique nasal.

Es que salió de su casa decidida. Decidida a. Se vistió con un suave vestido. Qué vestido le gustaría se preguntó temprano. Al alba. Le debe gustar uno como. No. Mejor. No, tampoco. A ver. Éste, sí. Sí. Lo sacó de la percha muerta y se lo puso sobre sus carnes vivas. Un vestido de lino, fresco, de veranos y soles, y nubes con formas. Antes de tomar las llaves del auto, tomó un sombrero. Esos como usan en el Caribe. También escogió a último momento un pañuelo largo de gasa con flores en colores vivos. Todos los colores están vivos se retrucó para sus costados.

Busca ahora en su cartera blanca. Una brújula que le regaló su abuelo cuando tenía. Hace más de treinta años. La brújula del abuelo. Allí está. No en la cartera. En el auto. En la guantera. En la guantera de su auto casi de colección, convertible. Se sienta, parasoles puestos, pañuelo al cuello, sombrero en posición y brújula en mano. Sur. Norte. Este. Oeste. Vuelve la vista hacia su casa. Aquella que hace instantes dejó para ponerse al volante de su auto descapotable. Se regocija en darse cuenta que ha dejado las ventanas abiertas, los postigos bien de par en par. Para que entre el. Para que entre todo el aire y todo el sol de la mañana y de la tarde. Para que la noche se crea una ladrona con suerte y entre soplando las cortinas y quizás dando contra el piso algún jarrón. Algún portarretratos. Una foto de ellos.

Deja la brújula en el asiento del acompañante. Se sonríe. Le sonríe al espejo retrovisor. Toma el volante con ambas manos. Trata de decidir un rumbo. Norte. Oeste. Sur. Este. Se confunde y vuelve a empezar. A ver. Sur. Este. Norte. Oeste.
Norte.
Sur.
Este.
Oeste. Nortesuresteoestenortesuresteporquemecuestatantodejarteiroestesurnorteoesteesteesteoestesurnorte. Enciende el auto. Ya luego de haber andado unos kilómetros repara en un detalle. A ver si lo traje le pregunta a esa mujer que ve en el retrovisor. Aquí está. Pasa las primeras pistas de largo. No le interesan porque ya. Prefiere la que tiene en mente. Pista siete. Siente debilidad por la canción siete. Ese sonido de tren. Formación que se acerca tímida a un pueblito en plena meseta. La estepa árida y rica. Va sola por la ruta. Ya le toca el turno de cantar. Y canta.


Viajo en busca de un antiguo mar[1]
Tu recuerdo me abre un sentimiento
Vuelan las aves que perdieron su hogar
Sin rumbo van como nubes de viento



No es ella un tren. No va por la estepa. Va por una ruta. Una ruta que pronto la pondrá de cara al mar. Eso sí es cierto. También es cierto que su recuerdo le abre un sentimiento. Y que pronto verá cientos de aves flotar a gusto. También es cierto eso. Pero no lo quiere asegurar tanto todavía. Al menos hasta que no las distinga en el cielo.


Dejé en casa las tablas de la ley
Voy a tirar mis dudas a la carretera
Soy de todos porque de nadie soy
Jamás el horizonte necesita fronteras



Jamás una canción le ha venido tan de sastrería. Su alegría la lleva a acelerar. Lo suficiente como para dejar librado a su merced al sombrero caribeño. Adiós sombrero lo saluda. Un gusto haber compartido mi cabeza contigo. Hasta la vista amigo. Ya el pañuelo de colores flamea enroscado sueltamente a su cuello. Su cuello fino. Blanco.

Gira en una rotonda y toma rumbo sur, hacia el mar amplio, sereno, de costas rocosas, con África, allá, de cara a ésta. Su ruta de viaje. Piensa en él todo este tiempo, lo cree ver sosteniendo la brújula para guiarle el camino, la huella, el sendero, la línea de constelaciones que la llevarán hasta su pequeña casa de juguete.



Rumbo al sur
Conduzco rumbo al sur
Jaras y tomillares y campos de olivares
Rumbo al sur

Rumbo al sur
Conduzco rumbo al sur
Jaras y tomillares y campos de olivares
Voy rumbo al sur



Arroja los anteojos al campo porque no quiere perderse detalle. Quiere contarle todo lo que ha visto esta mañana, desde que descalza apoyó los pies en las baldosas frescas de su cuarto, hasta este sol radiante que inunda todo el cielo arriba y todo el campo abajo. Quiere contarle que ya dejó la religión, los ideales, la política, los grupos académicos, las charlas con intelectuales. Nunca los soportó. Rara vez los escuchó atentamente.

Le cuesta concentrarse en la ruta cornisa. Quiere. Quiere sentir el sol en sus ojos. Suerte que se vistió tan fresca. Decide quitarse ese pañuelo. Mejor. No. Mejor no. Lo voy a usar como señal de pertenencia. Fue su último regalo. El regalo por el que todo empezó esta mañana. Quiere llegar pronto. Tiene impaciencia. Ansiedad. Alegría de volver a verlo. No quiere mirar hacia atrás pero la memoria amenaza con invadirla e imponerle un bloqueo comercial, un protectorado bajo la ley del miedo y la parálisis. Lucha por seguir manejando. Abajo ya puede ver las primeras casas a la distancia. Blancas. El puerto. Barcos blancos.


El sol me lanza semillas de calor
Sé que estás lejos pero estoy contigo
Me roza la tristeza en el retrovisor
Hago un brindis por los temores idos



Viaja en busca de un antiguo mar. Su recuerdo la abre las carnes, pero prefiere sonreír porque está cerca. Porque es libre para atreverse a escapar, a viajar y no volver, a quedarse a su lado para siempre. Jamás ha visto el sur tan esplendoroso. Un aire diáfano, transparente. De menta. Tanto cielo, y sol y ese mar que no se cansa de contemplar desde la carretera al sur. Ya quiere estar con él. Cree no poder llegar hasta la playa. Mejor contarle todo ahora, que vea en sus ojos todo lo que ha grabado desde deje-la-casa-con-las-ventanas-de-par-en-par hasta este soplo de lucidez insana. Se concentra en el volante y. Abre bien grandes los ojos. Acelera. Conduce. Vira. No por la ruta. Sino hacia más allá de la cornisa.



Viajo en busca de un antiguo mar
Tu recuerdo me abre un sentimiento
Soy de todos porque de nadie soy
Tengo a mi libertad por alimento









[1]CANCIÓN: Rumbo al sur. Letra: Pablo Guerrero, en Ana Belén (2007). Anatomía. Sony BMG España.

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