sábado, 13 de diciembre de 2008

Una carta

11de octubre de 2008
XXV Aniversario de la Creación de la
Segunda Colonia de Vacaciones Ortodoxa


Querida amiga:

Te hago estas líneas para hacerte saber que hace dos semanas recibí tu encomienda con regalos todos para mí. Gracias. Sos muy generosa. Nadie se desprende de su gato siamés sin derramar una lágrima. Te quiero. Y gracias a tu lista de regalos me percaté de que las tres bolas de fraile que hiciste en tu clase de cocina sufrieron bajas. Encontré dos. La tercera tuve que buscarla dentro del gato, que, por razones de la vida natural misma, ofreció resistencia. Finalmente, como todo en este mundo, la tenacidad fue recompensada y ahora tengo dos hermosas bolas de fraile y un bolo alimenticio de fraile de adorno en una cesta que conseguí en la feria hace veintidós días.
Sin embargo, y bien lo sabemos, la dicha nunca es completa ya que el peine eléctrico que me obsequiaste necesitaba de dos pilas para funcionar. Se las compré, no te pongas en gastos, pero ayer descubrí que se habían sulfatado y entonces, ya sabés de mi aficción por la ingeniería doméstica, mediante un pequeño circuito eléctrico, enchufé el peine en el mismísimo enchufe donde supe alguna vez enchufar el cepillo de dientes que me regalaste para los carnavales del año 1998. No quiero sonar petulante, ya sabemos que no lo soy, pero debería patentar mi invento. Primero lo probé en el gato, al que he rebautizado con el nombre de Lisandro “El Gato” Giménez, y le hice un flequillo salvaje. Y para no desentonar, le apliqué a sus bigotes una dosis de locura y les dí un poco más de personalidad. Me gustaría mandarte una foto de Lisandro pero no logro sacarlo de detrás del lavarropas. Con respecto a mí, me hice como una cosa de volumen que no logré concluir porque me comenzaron a lagrimear los ojos por el mismo olor de pelo, no quemado, pero sí sometido a un nuevo paradigma en la peluquería. Cuando logre reponerme, completaré el peinado y te mandaré una foto con la cámara polaroid que me encontré en La Plata cuando fuimos a la peregrinación aquella, ¿te acordás? ¡Mirá que hemos vivido cosas!
Tengo mucho para contarte pero prefiero ir despacio porque si me apuro tengo miedo de meter la pata y no poder sacarla más. Ni Dios lo permita, ni la patria me lo demande. Creo que llaman a la puerta, bueno, sabrás disculparme, pero debo ir a contestar el llamado por la puerta. Ya sabrás que nunca logré que soltara palabra la muy boba.


Te mando un beso y dos saquitos de té reelaborados con estas manos bien argentinas.


Tu amigo

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